París
gota efímera
te crees inmortal.
No eres tus orgullosos monumentos
ni arcos triunfantes
ni elíseos campos trazados para dioses
ni el obelisco soberbio robado al desierto.
No eres tu torre desafiando las nubes
ni tus puentes de orilla a orilla del Sena.
Enamorada de ti misma
entregada a tu gloria pasada
a tus mil años de vida
eres sin siquiera saberlo
millones de palabras al viento.
“Hermanos humanos
Que después de nosotros vivirán…”
susurran los ahorcados
mientras Villon, el poeta
extranjero en su propia ciudad
abandona para siempre
tus calles ingratas.
Muero de sed cerca de la fuente,
ardiente como el fuego
me muero de frío.
En mi país
estoy en tierra extranjera.
Paris, no eres de piedra,
eres las lágrimas de Gargantua
inundando tus calles.
Los pasos del sabio Montaigne
llegando de Aquitania
sus “Ensayos” bajo el brazo
para el rey de Francia:
“He aquí un libro de buena fe, lector…
Soy yo mismo la materia de mi libro”
Bajo tus techos, Paris,
el sabio Descartes piensa, escribe y fundamenta:
“ Pienso, luego soy”
mientras Cyrano, el poeta, a la luna intenta llegar.
He aquí Molière, parisino de pura cepa y su Ilustre Teatro
burlándose a sus anchas del devoto, del avaro, del médico a pesar suyo.
Ni del enfermo se apiada.
Imaginario lo considera.
La Rochefoucault, lúcido y cínico advierte al lector:
Ni el sol ni la muerte
Se pueden mirar fijamente.
Y si se quiere casar, amigo,
sepa que buenos matrimonios hay,
pero ninguno delicioso.
Así que quien vive sin locura
No es tan sabio como se cree.
No menos lúcido La Bruyère que por tus calles, observando al hombre sentenció:
Hay gente, que habla un rato antes
de haber pensado.
Paris, Paris…ya lo ves, no eres de piedra.
Eres de letras…
Y si no me crees, mira.
Entre tus murallas nació colosal y censurada
de mano de Diderot, d’Alembert y Voltaire, La Enciclopedia.
¡Eso sí que es un monumento!
Ya viene la Revolución.
Caen las viejas piedras de La Bastilla
pero Sade sigue preso …y escribiendo.
Ves…eres de palabras
Una revolución sigue a la otra, un escritor a otro.
Victor Hugo con su “Leyenda de los Siglos”
quiere verlo todo, sentirlo todo, escribirlo todo.
Frase a frase construye de nuevo Notre Dame,
frase a frase tus Miserables, Paris.
Por fin, la poesía invade tus calles.
Llega, tenebroso, Baudelaire.
Crecen, exuberantes Las Flores del Mal.
Pronto le sigue Verlaine.
“El príncipe de los poetas”.
La poesía se vuelve pura música.
“Los largos sollozos de los violines del otoño
Mecen mi corazón con monótona languidez”.
Y ahí, viene caminando desde lejos -le esperan desde hace siglos-
“ El hombre de las suelas de viento…”.
Rimbaud nos arrastra con él en “Una temporada en el infierno”,
a otro tiempo…
Apollinaire sucede a Rimbaud.
“Pasan los días y pasan las semanas
mas ni tiempo pasado ni amores vuelven.
Bajo el Puente Mirabeau, corre el Sena.”
Está por nacer el surrealismo.
En las terrazas de tus cafés Paris se reúnen Breton, Aragon y Soupault.
“Todo miente, lector…” reza su Manifiesto…
Paris, ¿lo ves?, no eres de piedra.
Aunque tus calles se puedan invadir,
los carros de guerra ocupar tus plazas,
siempre habrá un poeta para escribir sobre las paredes
que te visten, la palabra “Libertad”.
Y así la escribe Éluard:
“Sobre las alas de los pájaros/
y sobre el molino de las sombras/
escribo tu nombre[…]
Y por el poder de una palabra /
empiezo de nuevo mi vida.”
¿Ves, Paris?…Puedes desnudarte de tus piedras,
de tus orgullosos monumentos,
puedes desnudarte de ti misma.
Ahora, ven, ven conmigo,
Prepárate a volar con el gran Altazor.
Despegaremos de un jardín,
uno de tus jardines, Paris.
Ven, leamos juntos a Prévert, el amable poeta.
Despeguemos juntos en un beso.
Miles y miles de años
No bastarán
Para decir
El pequeño segundo de eternidad
Donde me besaste
Donde te besé
Una mañana en la luz del invierno
En el Parque Montsouris en Paris
En Paris
Sobre la tierra
La tierra que es un astro.
¿ Lo ves? ¿Lo ves Paris?…
No eres de piedra.
Eres la voz de tus poetas.
Eres, Paris,
una estrella desnuda.
ClaireDeloupy
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