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mardi 27 septembre 2022

 

Enrique Molina

Argentina, 1910

EXAMEN DE LA LLUVIA


La corriente el astro la astucia de la lluvia hace girar sus
hélices descubre sus altares de travesía donde canta la
alquimia cuando pasa de pronto una confesión de tierras
y axilas oceánicas de fangos de piel de reverbero y de
saurio y alza su máscara de nubes y helechos en el centro
blanco del olvido
con el fulgor de la marea en el torso sudado del estibador en
la bodega del trópico y ese teclado irresistible de pájaros
que expanden su alcohol de fuga en todos sentidos
esos altos velámenes que silban en el día
¡esas gargantas y senos y espaldas con la miel de la noche
cuando se desnuda como una loca en la luz de todas sus
ventanas errantes para la belleza salvaje de la tierra!


¡Lluvias! Tensas como la geometría
verdes como la dicha de los bosques
buscadoras de muertos y de tesoros vagos
propalando el paisaje como un vicio del alma una droga
cuyo perfume enerva a las sirvientas insomnes de la
estación
que lavan cada hoja del instinto cada ademán cubierto de
pronto de aguas y balidos
cada rostro con la herida del cielo
donde fluye su aceite misterioso el tótem vivo de la tristeza
corazón de piragua
y de tan lejos la lámpara del hotel a través del follaje
y de tan lejos un halo de sábanas que se entreabren con una
pereza de sierpes de caricias
con un poderío de mulatas que emergen de la siesta
idiomas orgullosos espacios armados de gruesas flores
vagabundas
rememorando en suelos la manzana pálida de la
convalecencia
el humo tierno y pobre que exhalan los lugares taciturnos
de la memoria.


Leído en la revista Las 2001 Noches





Óleos de Amelia Diez Cuesta


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