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dimanche 3 mai 2015

GRUPO CERO: POESÍA Y PSICOANÁLISIS



 2001 Noches Nº40 – diciembre 2000 

Conferencia dictada en la Universidad Abierta Interamericana, el 13 de noviembre con motivo del nombramiento de Miguel Oscar Menassa como profesor honorario. 


Quiero agradecer en nombre de la Poesía que se me otorgue una distinción en esta Casa de altos estudios, precisamente, porque fueron capaces de sumar a mi larga y fructífera carrera como médico psicoanalista, director de una Escuela de Psicoanálisis, mis atributos como poeta.
Y puedo decir con vanagloria que yo ya lo había dicho: Un día hace, exactamente, 30 años, tomé a una mujer entre mis brazos y le dije: Te prometo, querida, llevar la poesía hasta los más altos niveles del pensamiento.
Para decirlo de alguna manera salvaje, y estábamos en 1971, en nuestras cabezas resonaban clarines inimaginables. El Primer Manifiesto Surrealista, cuando Bretón acomete ferozmente contra el movimiento Dada y abandona de una vez para siempre la seguridad por la inseguridad, cuando propone sembrar hijos por cualquier parte, cuando elige la poesía, cuando aconseja partir por los caminos.
El Neruda de Residencia en la Tierra, el Pavese de Trabajar Cansa, el Faulkner de Mientras yo Agonizo o de Palmeras Salvajes, el Sartre que nos hablaba empecinadamente de Los caminos de la Libertad que nunca consiguió, el Joyce del Ulises, el Miller que a los cuarenta años decide dejar la oficina para ser el escritor que se burlaría de todos y de él mismo, porque al final la muerte es inevitable, el Vallejo de Los Heraldos Negros, el Maiacovsky de La Nube en Pantalones, el Esenin de su Guapo, el Arlt de Los Siete Locos, el Tuñón de La Calle del Agujero en la Media y, fundamentalmente, porque si no ustedes no entenderían nada: el Marx de El Capital, el Freud de La Interpretación de los Sueños.
Y aquí me tenéis, después de 30 años, soy el que lo ha conseguido.
En el Grupo Cero el psicoanálisis psicoanaliza a sus poetas para que no vayan por ahí diciendo tonterías y la poesía regula la formación de sus psicoanalistas para que no vayan por ahí haciendo tonterías.
Acto y poema se confunden irremediablemente y ya no podrán ser en soledad.
Acto sin poesía será sencilla acción que no modificará al sujeto sino alguna cosita de la realidad.
Poesía sin acto será sencilla prosa que nunca transformará la historia sino apenas la sonrisa de alguna enamorada.
Y yo soy el que viene a traeros esa novedad: Un poeta comanda la historia del psicoanálisis. Un psicoanalista pone a la poesía en su lugar.
El realismo Cero no es tal realismo, porque su nivel de objetividad es la escritura, que sabemos que tiene como función desrealizar.
Y si el realismo ha sido superado, ha sido superada, junto con él, la avaricia que lo condiciona. El afán de poseer ha sido transmutado por la pasión de transformar. La verdad para el Grupo Cero no existe sino como materia prima y su hallazgo sólo determina que podemos comenzar a trabajar en su transformación.
Entre nosotros todo es un nervio permanente y el que no soporta esa fuerza desestabilizadora dentro de él, todo el tiempo, no puede la poesía y, tampoco, aprovecho esta ocasión para decirlo, el psicoanálisis.
El poeta, a la inversa de un líder, debe realizar todas las tareas que se propone, no debe delegar en nadie sus funciones. Nadie podrá como él, en todo dejará una marca. No sólo las calles se llamarán con su nombre sino que, también, la propia poesía se llamará con su nombre.
Basta de religión, basta de dioses, quiere decir que la poesía requiere la integridad de un hombre sin mirada. La poesía no necesita ni pocos ni muchos lectores, ella se conforma con una hoja en blanco y si la hoja en blanco es la propia vida del poeta, mejor.



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