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dimanche 20 janvier 2013

La crisis en España - Por Susana Lorente.

¿Aún se creen que el ciclista Lance Armstrong ha ganado siete Tours de Francia sólo dopándose?. ¿Nada tienen que ver sus condiciones psíquicas, el entrenamiento y el trabajo durante años, el equipo humano y logístico, el grupo al que pertenece, la tolerancia al éxito, el deseo, al menos, de ganar, la constancia, perseverancia y dedicación, la ambición, la competitividad?. Sabemos que todos o sino casi todos los ciclistas de alto nivel se dopan, no es ningún secreto, una ayuda, éticamente incorrecta o no, si se pretende alcanzar los niveles exigidos por la Unión Ciclista Internacional para estos deportistas. A pesar de esto, leemos en los principales medios de difusión que sin escrúpulos le quitan los siete Tours de Francia, como si hubieran descubierto al cabecilla de un cartel de la droga, o como si eso arreglara algo, o educara a alguien por las consecuencias que supone.

Es así como barajan la posibilidad de dejar el premio desierto, eliminarlo tal como si no hubiera existido después del gran y costoso despliegue económico, logístico y humano, después de la participación de tantos otros que trabajaron y lucharon por el título. Algo tan exagerado, desacertado y extremo que no nos puede más que hacer pensar que las personas que están tomando esta decisión, más que actuar de una madera madura, científica y al menos justa, están desplazando los problemas con su sexualidad infantil reprimida a decisiones sociales y deportivas tan relevantes como ésta. Es una manera de entenderlo benevolente, porque también podemos pensar que es por ignorancia, o por razones económicas, o directamente por envidia, venganza, maldad, o por corrupción, o una manera de enviar un mensaje al país de nacimiento del ciclista, que no sabemos si hubiera sido otro si éste hubiera nacido, por ejemplo, en china: “ya no sois lo que erais”. Un “por” que en realidad es un “para” y una “o” que en realidad, seguramente, sea una “y”.

El caso es que criminalizar a un ciclista, producto del propio sistema de mercado deportivo, debe ser consecuencia de un psiquismo al parecer algo impotente y perverso, gobernado por la doble moral y la culpa proyectada en un chivo expiatorio, la propia corrupción velada por la aplicación de la ley sobre el peón de turno, parecido a los arrestos de chinos y famosos en el caso de blanqueo de dinero en España. Una manera de desviar la mirada, como con el revuelo que este asunto ha provocado.

El presidente de la Unión Ciclista Internacional quiere olvidar a Armstrong, eliminar todo su rastro, lo cual no quiere decir borrarlo de la historia del ciclismo, tal como nos intentó mostrar el juez Garzón, “legalmente” silenciado. Olvidar a ciclistas como Armstrong de la historia del Tour porque él continuó cuando otros seguramente se retiraron antes de ser pillados, es como olvidar que hubo un padre que se acostó con nuestra madre para que 

naciéramos, lo que no significaría, como sabemos, que no hubiera un padre que contribuyó al proceso. Y no es que Armstrong sea el padre del ciclismo, pero los ciclistas son el alma de la competición y ganar siete Tours de Francia merece algún reconocimiento. En realidad la exageración la encontramos en los propios medios de comunicación, como con este titular aparecido el día de hoy en la portada de un periódico: “Armtrong ensucia los 100 años del Tour”. El entorno no es una excusa, Armstrong es también responsable de sus actos, pero hay que darse cuenta de que no es suya toda la responsabilidad que implica el caso y no es justa una sentencia de ese calibre cuando es juzgado curiosamente por los mismos que le acusan. La pregunta es: y a ellos ¿quién les juzga?, ¿su mamá?.

Las leyes y las normas hay que aceptarlas, eso lo sabemos
consciente e inconscientemente, no en vano esta sumisión fue la base de la constitución de nuestro psiquismo y de la civilización. Pero cuando las figuras de poder actúan como si ellos mismos fueran la ley, cambiando sus postulados más fundamentales a su antojo moralista y comercial, deja de existir la ley. A pesar de esto quieren y exigen que otros respeten esa bruma acuosa en que su mezquindad se despacha a gusto en pro de los sueños omnipotentes de poder. Con sus necesidades de alimentación y casa satisfechas mucho más allá de lo requerido por la necesidad, con una arrogancia con la que no pueden detenerse a pensar que cambiar primero de ideología, psicoanalizar su goce perverso e infantil, aprender a hablar y a leer, es fundamental antes de hacer uso de los propios productos de mercado que ponen en escena su muro de las lamentaciones. Sería una condición indispensable para llegar a ser un justo gestor de ese poder económico, político, social, cultural y por supuesto, deportivo, más correspondiente en estos tiempos al ámbito privado que al público, más para unos pocos afortunados que para el pueblo. Ejercer el poder por el poder no educa a nadie, más cuando todos saben, aunque se hagan los despistados, que con el tema del dopaje importantes cuestiones se ponen en juego.


 El asunto es que en la mayoría de los ámbitos de poder actuales, lo correspondiente a la economía no hace más que confundirse con una economía libidinal “coitalizada”, con un mete saca al estilo más propio de las relaciones eróticas sodomitas, como la relación de Alemania y España, en que la primera goza de multiorgasmos bancarios apretándole, con perdón, los huevos a la segunda. Sabemos, por acertadas películas como "En Defensa Propia" del Director Miguel Oscar Menassa, que los problemas actuales del mundo, las medidas políticas desacertadas, el movimiento de los mercados, son también producto de nuestro psiquismo. Si no, cómo se explican ustedes que una sola frase del presidente del BCE haga bajar la prima de riesgo o subir la bolsa en un solo día. Los poderosos lo saben, la imagen y la palabra tienen más valor y fuerza que todo un ejército junto, atacando. El problema es que la palabra es un instrumento que utilizan de manera perversa, si es el caso de que la utilicen, dado el silencio al que se acogen según el modelo democrático pro-franquista aplicado. Modelo en que no sólo someten utilizando con tacañería y escasez el vocabulario, también someten con la represión policial, con la represión verbal y sexual en el más amplio sentido de la palabra, o incluso, si nos permiten, más íntimamente tatuando el golpe de una regla en la mano de un niño mientras se lavan la sotana aprovechando que Dios anda ocupado resolviendo si Adan y Eva tendrían que tener, o no, ombligo, en las pinturas renancentistas.

Y parece que no pasara nada, pero tenemos que decirlo: es socialmente indignante, políticamente incorrecto, moralmente deplorable, éticamente vergonzoso, que, como pequeño ejemplo, sean gastados 50 millones de euros en la visita promocional del papa a España con 870 millones de personas pasando hambre en 
el mundo. O que sea comprado un nuevo papa-móvil por 400.000 €, mientras en la radio escuchamos al Papa Benedicto XVI en la Jornada Mundial de la Alimentación, decir: “Se trata, en definitiva, de asumir una actitud interior de responsabilidad, capaz de inspirar un estilo de vida distinto, con la sobriedad necesaria en el comportamiento y el consumo, para favorecer así el bien de la sociedad. Y que valga también para las generaciones futuras, por su sostenibilidad, tutela de los bienes de la creación, distribución de los recursos y, sobre todo, el compromiso concreto por el desarrollo de pueblos y naciones enteras". No podemos más que sentir contradicción y decepción. La subvención a la iglesia decrece, aún así se mantiene según los medios españoles en 1,7 millones de euros. Dinero para negocios privados y bancos sin código deontológico que les rija, y niños sin dentista, sin gafas, sin transporte, sin guardería, sin ayuda para estudios, y más encima pagando unos 50 euros al mes por calentar un tupper en el microondas de su colegio, entretanto los Ministros comen subvencionados fuera del recorte de 2.700 millones de euros de la Comunidad de Madrid para los servicios sociales, la sanidad y la educación. Pequeños ejemplos, grandes esfuerzos de familias de la clase media en España, tendente a desaparecer.

 
A lo mejor es que el proyecto está enfocado en que aprendamos
a tomar la posición del presidente español, decúbito prono, y otorgar 40 mil millones de euros de nuestro dinero a los bancos, de los cuales hacen uso los directivos de la catástrofe para irse a su casa con indemnizaciones de 14 millones de euros y con los préstamos cerrados para el pueblo porque no hay dinero. O si no, incorporándonos hacia decúbito supino, se elimine el IBI y el IAE al proyecto multimillonario de Eurovegas, al mismo tiempo que se suben los impuestos, se bajan los sueldos, se eliminan las ayudas para la educación y la cultura, se acaba progresivamente con la sanidad para los más necesitados, suben todos los productos especialmente los de primera necesidad, baja el valor adquisitivo de los españoles de la clase media trabajadora, de los pobres, y se destruyen progresivamente desde el año 2008, 2.6 millones de puestos de trabajo, lo cual eleva a un nada despreciable 25 % la tasa actual de paro en España. Dentro de este porcentaje se encuentran sobre todo jóvenes que no solo no trabajan, sino que tampoco estudian, y que por si eso fuera poco son criminalizados por hablar, por quejarse, por luchar por algo, designados de extrema izquierda por medios de comunicación y políticos, como si ese discurso de izquierda se pudiera encontrar fácilmente en este momento en España.

El paro aumenta, el consumo decae, volvemos 30, 40 o 50 años atrás en derechos laborales y sociales más crueles aún si cabe. Y con esta situación en la mayor parte del vivir cotidiano del pueblo español, escuchamos a la señora Ministra de Trabajo decir, sin prurito alguno, aunque luego no pare de rascarse, y sin ningún dato de ninguna entidad que corrobore su declaración, que estamos saliendo de la crisis cuando todos vemos cómo se agrava progresivamente la situación en todos los ámbitos. Son valoraciones que no hacen más que legitimar la estupidez familiar, la ignorancia, la maldad y las inhibiciones psíquicas de la mayoría de los que nos rigen y que tienen la palabra en los medios de comunicación. 
  
Estas faltas de respeto que se permiten los políticos a los ciudadanos también hablan de un silencio y una pasividad como españoles que nos hace cómplices. Por un lado, de que la izquierda hoy por hoy malgaste su energía en la pasividad que requiere mantener un poder que ya perdió en las urnas. Fracaso, nos atreveríamos a decir que casi deseado después de que su candidato no pudiera más que ponerse una corbata azul y dejara mentir a destajo a su opositor en el debate previo y definitivo a las elecciones. Suponemos que demasiadas complicaciones se avecinaban. Y por otro lado, en lo que respecta a la derecha, con el poder que le otorgó la mayoría esperanzada en no ser más vapuleada por la injusticia, encuentran hoy el cerebro de una operación salvaje, delictiva y criminal contra sí mismos. Por supuesto no nos referimos a las clases económicas altas, intactas hasta el momento. Dos manos políticas, Izquierda y Derecha, atrapadas en este momento histórico de decadencia por un mismo cuerpo ideológico y discursivo.

 Lo cierto es que con los resultados obtenidos en las elecciones en Galicia no sabemos si somos conscientes de la situación, o que tal vez la extrema fidelidad a modelos amados que claramente son perjudiciales, nos hayan jugado una mala pasada a la hora de votar. También es probable que como pueblo estemos faltos de alternativas políticas confiables, tanto por la fragmentación interna que sufren los dos principales partidos, como por las medidas absolutamente infructuosas para el crecimiento del país: robo de sueldos, arrebato de los derechos, veto y sectorización de la cultura y la educación, desatención de los más desfavorecidos, cierre de todo tipo de centros asistenciales, sociales y culturales, subida de impuestos, incremento del precio de servicios básicos, etc, etc. Medidas reflejadas en los nefastos datos consecuentes, como por ejemplo, el desplome del consumo durante solo el mes de septiembre de 2012 de un 12 %. ¿Esperaban acaso algún otro resultado?.
 
Y es curioso que al borde de la pobreza y la exclusión social se le pida a las familias que dejen de quejarse, bajo amenaza de aplicar el veto al habla o la manifestación por “artículo 33” de la “Ley x” creada oportunamente y por cualquier justificación que se inventen, no sin antes promover el botellón para que los estudiantes cierren la boca en torno a la botella y no entorno al Congreso de los Diputados, con las manos levantadas para no ser confundidos con los perturbadores que gritan: “¡que soy compañero, que soy compañero!”. En resumidas cuentas, casi todos, si no todos los puntos del programa electoral incumplidos: en cualquier país civilizado eso significaría una dimisión inminente por engaño y agresión al pueblo.

Está claro, lo de Armstrong es una excusa, no vamos a comparar lo incomparable en un ánimo globalizacionista, pero aunque las diferencias son evidentes, el poder impositivo y mudo hace estragos de manera muy similar en buena parte del mundo, injusta, cruel e injustificadamente. Cada uno debería responder por su parte de responsabilidad, pero no va a ser así ni en España, donde nos encontramos con paradojas tales como que le otorguen un crédito de casi 6 millones de euros a un yerno del Rey que dice ganar 3.000 euros al mes, ni en el Tour, que son capaces de criminalizar a un deportista de manera desproporcionada, borrarle de la historia, después del trabajo cumplido según sus propios parámetros.

Encontraron cabeza de turco e incriminarán a Armstrong, dejando los premios desiertos por no verse en la tesitura de pillar a más deportistas en la falta que daría al traste con el mensaje promocional y la cuantiosa partida destinada al antidopaje. Y no, no está mal dicho, la droga es un negocio y el marketing que esta decisión supone es realmente abrumador: según ellos, Armstrong ha ganado nada menos que siete Tours de Francia solo por doparse, las ventas se incrementarán un 200 %, toda una oportunidad para deportistas ambiciosos y comerciantes. Este es el tipo de mensaje al que nos tienen acostumbrados desde los ámbitos de poder, cuya educación se reduce a aprender a soportar la injusticia y tolerar la estupidez. La enfermedad, la ambición suprema del podio y la ignorancia, generan grandes beneficios a sectores determinados de la industria, dan de comer a gobiernos y enriquecen a grupos selectos de individuos y/o colectivos como a la Agencia contra el Dopaje, o bien a las farmacéuticas, dueñas y beneficiarias de la clave de nuestro éxito, conseguido sin ningún trabajo señoras y señores, sólo con tomarse una pastillita…


Susana Lorente

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