"—¿Puede explicar la relación entre sobredeterminación y dominancia?
Decimos que la instancia económica sobredetermina la estructura social que está integrada por las instancias jurídico-política, filosófica, religiosa y la misma instancia sobredeterminante, la economía.
Que la instancia económica sobredetermine la estructura social quiere decir que en cualquier sistema de producción que estudiemos, sea esclavista, feudal, capitalista —las formaciones sociales padecidas por nuestra civilización—, podrán aparecer dominando el proceso social cualquiera de las instancias pero en todos los casos la sobredeterminación es económica. En el capitalismo la instancia económica es a la vez sobredeterminante y dominante.
Veamos la modificación padecida por la instancia religiosa, que dominaba los procesos sociales durante el feudalismo y que hubo de resignar tal dominio, a la instancia sobredeterminante con la producción de la revolución burguesa.
Bajo el feudalismo la idea de Dios era trascendente. Dios era el verbo, siempre igual, y en su quietud todo lo que era palabra participaba de su naturaleza en la que encontraba fundamento y sentido.
Las leyes del arte y la producción, en tanto revelación divina, no podían ser alteradas sino por los representantes del verbo divino, que no eran precisamente los artistas ni los que producían los bienes.
La instancia sobredeterminante era la económica, ya que sin producción material no hay vida en la que pueda residir ninguna humanidad. El campesino sembraba en una fecha del año y no en otra, porque si no, no crecía el trigo, ni la cebada, ni su propia vida, ni la de su señor. La organización productiva se produce en el quehacer productivo.
Esa organización no la inventó Dios, pero eso no le impidió apropiarse de ella, dictaminando como divinas esas leyes productivas por tener que ver con el verbo, que en todos los casos era Dios. Así, estas leyes padecieron las cualidades divinas donde el producto de la actividad productiva —la organización de los procesos de trabajo— se presentaba como un orden que, por provenir de Dios, participaba de sus cualidades:
ser inmutables. Esta vocación no impidió que la instancia económica modificara su organización. Este cambio se generó en un proceso donde las relaciones de producción —la manera de intercambiar entre los hombres—, dominadas por la religión, entran en contradicción con los cambios que acontecían en la organización productiva. El producto de esta contradicción es un nuevo sistema de producción social: el capitalismo.
¿Qué ocurrió con el Dios trascendente?
Mutó en Dios inmanente. El Dios protestante, el Dios hegeliano que se transforma en la transformación de la cosa, inmane en cada gestalt. Es lícito, en este nuevo orden divino, la investigación de la cosa porque en esta actividad se recorre el camino de la búsqueda del Señor yacente en ella. Las ciencias experimentales —pivot ideativo en que centra su posibilidad el nuevo sistema social, ya que de ellas dependen las transformaciones
de los instrumentos de producción—, antes heréticas, del beneplácito del nuevo Dios. Y no se trató de ninguna bondad, sino del resultado de la transformación social que relegó de su posición dominante a la religión, para pasar a una nueva dominación, la de la instancia sobredeterminante: la instancia económica. Los caracteres del ser Dios supeditan sus cualidades a los requisitos de la nueva dominación.
Donde antes las leyes de la producción eran inmutables por padecer el rigor de esa divinidad, hoy el orden divino inmane en la cosa por imperativo de la investigación de la nueva dominancia la economía consolidada en todo proceso de producción."
Freud y Lacan - hablados 1 -
De Miguel Oscar Menassa
Seminario SIGMUND FREUD 2012/2013 por Amelia Díez Cuesta
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