Hoy día, donde tantas revoluciones fracasan, es cuando declaro para todos nosotros, que el desorden es contrarrevolucionario.
Virtud de todo sistema es ocultar, sistemáticamente, todo aquello que pueda mostrar alguna posibilidad de transformación del sistema.
Y los sistemas actuales imponen a todo creador, para no dejarle ver lo que es capaz de transformar, el desorden. En apariencia comodidad creativa pero en verdad espesa cortina de humo sucio sobre todo lo que nace para crecer diferente.
Y nosotros debemos confesarlo, antes de cambiar, fuimos drogadictos del desorden. Por un poco de desorden éramos capaces de dar la vida misma. Hasta llegaron a pagarme dinero con la intención de que eso produjera un cierto desorden en vuestra alma; vuestra manera de pensar; vuestro bolsillo. Y ahora que habéis conseguido todo el desorden, ahora, os digo: así no se puede vivir. No hay más pasos para quienes no son capaces (por el desorden) de saber quién es la palabra. Dónde están esas palabras. Dónde aquellos escritos. Dónde esa experiencia. Dónde esos libros publicados; dónde la vida de cada uno; dónde los maestros; quién el deseo. ¿O acaso basta escribir un sólo poema para que todos los levantadores de pesas se transformen en poetas?
Y desorden no es sólo humo; también es envidia negar la existencia de lo producido porque no se lo encuentra o no se lo ve. Y es por eso que me animo, en esta nueva temporada que comienza, a escribir esta carta abierta donde pienso dejar sentado, de manera contundente, un psicoanalista en vuestras mentes. Algo psíquico en nosotros que nos diferencia dentro de las comunidades psicoanalíticas como Grupo Cero.
Queda a partir de hoy en todo el territorio Grupo Cero, no permitido hacerse el boludo, el gilipollas; el esquizofrénico; la puta; la joven engañada; el hombre celoso; la mujer empecinada en tener lo que no le serviría para nada. No está permitida ninguna sexualidad fuera de la palabra y ésa será nuestra ideología.
Y una vez que consigamos rechazar la estupidez, la desidia y una vez que hayamos conseguido superar el desaliento que todo sistema produce en sus creadores para inhibirlos y una vez que consigamos que nuestro cuerpo no pese nada, entonces comenzará nuestra verdadera historia. Y seremos valientes para enfrentar lo que nos toque y sentiremos que lo que está pasando, está pasando.
Y decidir -podemos hacerlo entre todos- que nuestra vida es eso, lo que hicimos, lo que seamos capaces de proyectar hacer. Y cuando alguien nos diga que es imposible hacer tanto con nada, nosotros les mostraremos nuestros genitales en su lugar, nuestro dinero en cuentas bancarias supervisadas por Hacienda con todos los impuestos pagos y, también, les mostraremos la fotografía de nuestros padres ya muertos para que vean que hubimos de tener familia y cien mil páginas escritas perfectamente corregidas, perfectamente publicadas, perfectamente distribuidas, que tendrán que leer antes de abrir juicio sobre nosotros y, en eso, se pasarán cien años.
Y si ninguno de nosotros puede vivir ciento cincuenta años, a ningún muerto importa ser juzgado y si alguno de nosotros pudiera lo que deseamos todos, siempre un juicio a los 150 años da fama y prestigio.
Cien mil páginas, bien escritas, bien publicadas, bien distribuidas y ya no tendremos por qué tener miedo.
Después todavía tendremos tiempo de conversar cómo fue que lo hicimos. Y habrá descontentos entre nosotros y otros que creerán haberlo hecho todo solos y, seguramente, yo escribiré un poema donde explique que nunca se me dio verdaderamente mi lugar, y alguna mujer, algún niño llevado en brazos toda la travesía, podrá decir que si no hubiera sido por su amor nada hubiera sido posible; pero sin embargo en esa conversación, después de lo ocurrido, algo bueno se pensará para el hombre. En esos seres humanos con sentimientos tan comunes, ocurrirá algo nuevo para el hombre.
A pesar de que estaremos a punto de morir en esa conversación después de lo ocurrido, ocurrirá algo grandioso para el hombre.
No al desorden, quiere decir entonces que somos capaces de atribuirnos la capacidad futura de rasgar esos caminos que forjarán nuevas historias, nuevas civilizaciones.
Hemos aprendido que la bestia de la poesía no puede ser saciada por ningún dinero (aunque su confort sea el más alto), ni por ningún sexo (aunque su promesa sea la más bella). Por eso decidimos que la bestia no habrá de morir. Digo que, si así todos los deseáramos, habrá entre nosotros sexo y dinero; pero la bestia no morirá, pase lo que pase con el dinero o con el sexo, la poesía nos acompañará hasta el final y nada de versitos, porque la poesía es una manera fuerte de vivir en el mundo, una manera valiente de los terráqueos de mostrar a lo infinito lo que habrá sucedido.
Queda claro que, si estará hasta el final, tendrá que estar en el principio y eso es el orden que vengo a proponerles: el orden poético, la jerarquía de una lectura poética que no pueda ser comprendida sino por aquellos a quienes esté dirigida. Una lectura que no sufra las deformaciones perversas que los poderosos producen en las lecturas que comprenden. Una lectura cuyo procesamiento produzca una escritura nueva que señale de un modo definitivo que en este siglo algo ha pasado.
Antes de despedirme de ustedes para que ya dé comienzo la temporada, quiero recordarles para que luego vuelvan a olvidarlo, que formarse como psicoanalista y/o aceptar que un poeta viva en nosotros, son dos bellas tareas que muy bien hacen a la humanidad; pero debe saberse que son tareas para toda la vida y donde, toda la vida, cada vez, se pone toda ella en juego. Y eso es la vida de un creador: una vida para otros.
Tomo el camino de mis versos y ya nadie me podrá decir que no he cumplido. Alguna mujer amará ese delirio y se hundirá levemente, por mí, en la muerte.
Yo ya no cantaré y, sin embargo, aún habrá canto, aún habrá voces sin mi voz.
Y cerraré mis ojos y no podré detener el mundo de la luz y el fuego vivirá.
"Apariencias" - MOM
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