No sólo querían dominar al que caía de sus propias manos,
querían su claudicación por escrito y en lengua extranjera.
No sólo querían inventar el mundo y la política,
querían que no existiera nada antes de ellos mismos.
Parsimonias incesantes cautivaban sus regazos,
vértigos carismáticos se escudaban marchitos
en una sucesión interminable de decisiones rotas
que latían a espaldas de cada miembro incivil.
Pueblos insolentes y aburguesados
se escondían entre escombros de diseño,
hablaban de lo incomprensible y se abandonaban
en las garras majestuosas de la falta de misterio.
No reces y trabaja duro, no pienses y lee poesía,
no recuerdes y escribe, no dudes y aúlla sin parar.
Después cuando crezcas en esa dirección desconocida
te darás cuenta que eres un existente, una ráfaga
imperturbable, una cuestión sin puertas,
un hombre, una mujer, naciendo en todas direcciones.
AMELIA DÍEZ CUESTA
querían su claudicación por escrito y en lengua extranjera.
No sólo querían inventar el mundo y la política,
querían que no existiera nada antes de ellos mismos.
Parsimonias incesantes cautivaban sus regazos,
vértigos carismáticos se escudaban marchitos
en una sucesión interminable de decisiones rotas
que latían a espaldas de cada miembro incivil.
Pueblos insolentes y aburguesados
se escondían entre escombros de diseño,
hablaban de lo incomprensible y se abandonaban
en las garras majestuosas de la falta de misterio.
No reces y trabaja duro, no pienses y lee poesía,
no recuerdes y escribe, no dudes y aúlla sin parar.
Después cuando crezcas en esa dirección desconocida
te darás cuenta que eres un existente, una ráfaga
imperturbable, una cuestión sin puertas,
un hombre, una mujer, naciendo en todas direcciones.
AMELIA DÍEZ CUESTA
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